LA LEYENDA DE LA CALZADA ROMANA


I


.......Os aconsejo que en las noches claras de luna llena, no os aventuréis jamás a caminar por la Calzada Romana, que sube desde las Dehesas hasta el puerto de la Fuenfría. Dicen que el fantasma de un alma en pena deambula entre las losas con sed de venganza…


.......En tiempos del Imperio Romano, durante la construcción de la calzada que cruza la sierra de Guadarrama, miles de esclavos celtíberos trabajaban extenuados para engrandecer con su sudor el poderío del César. Largas jornadas de trabajos forzados agotaban a los cautivos hasta dejarlos al límite de sus fuerzas.
.......Un valiente guerrero celtíbero llamado Bagarok cayó en manos de las tropas romanas durante el asedio a los bosques, donde una minoría resistía heroicamente al invasor. Bagarok era temido entre los romanos. Éstos le odiaban por las muchas bajas que había causado a sus legiones, dirigiendo toda suerte de emboscadas y escaramuzas.
.......Tras capturar al guerrero rebelde, una sola palabra quedó grabada a fuego en la espada de Bruto, el decurión romano. Esa palabra no era otra que escarmiento.




II

.......Con las heridas aún sin cicatrizar, Bagarok pasó a formar parte de la cadena que arrastraba penosamente los bloques de piedra hasta las laderas de la montaña, para construir la gran Calzada Romana que atravesaba el centro de la Península Ibérica. Los esclavos celtíberos eran obligados a trabajar sin descanso, apenas alimentados durante toda la jornada por un puñado de frutos secos, miel y leche agria. Sin duda, aquella era una exigua ración de comida para un hombre que todavía se hallaba convaleciente.
.......Bagarok había vendido cara su derrota. Hasta el último instante se defendió espada en mano, luchando contra un sinfín de soldados que lo acorralaron entre los peñascos de la cima más alta. A pesar de su destreza, le fue imposible hacer frente a tal número de hombres, que al caer la tarde lo apresaron sin posibilidad alguna de resistencia. Cuando Bagarok descendía encadenado por la ladera de la montaña en dirección al campamento romano, todo su cuerpo brillaba cubierto de sangre.
.......Una calurosa mañana en plenos trabajos forzados, las piernas de Bagarok comenzaron a flaquear hasta hacerle caer de bruces en el suelo. A fuerza de latigazos pudo levantarse; pero al momento volvió a dar con sus huesos en la tierra… Una vez más se levantaba, y de nuevo se caía… El látigo laceraba sin piedad la espalda magullada del celtíbero una y otra vez; una vez más… y otra… y otra… y otra…
.......Bagarok cayó desplomado sin conocimiento.


III

.......Esa misma noche en plena luna llena, Bruto, el decurión sanguinario, ordenó una muerte perversa para el valiente guerrero: entre cuatro soldados cogieron a Bagarok y le ataron los pies con una soga amarrada a un bloque de piedra colocado en el puente de la Calzada Romana… Poco a poco, entre risotadas y burlas crueles, fueron añadiendo bloque tras bloque alrededor de su cuerpo iluminado por las antorchas. De esa cruel manera, Bagarok quedó inmovilizado hasta el pecho.
.......Bajo la luz de la luna, completamente ebrios, los legionarios regaban la cara del prisionero con vino que vertían de sus odres. Bagarok se agarraba a las piernas de los soldados, en un intento desesperado por defenderse de aquella humillación; pero todo esfuerzo fue en vano… Tan sólo era capaz de clavar las uñas en los tobillos de sus torturadores, que le pisaban las manos y le daban patadas en los costados.
.......Aquella terrible noche, la luna brillaba en lo más alto del firmamento, recortando las sombras escarpadas de los picos en el horizonte. A medida que ingerían más vino, su crueldad aumentaba de manera despiadada: le escupían, le lanzaban piedras y le fustigaban con ramas de acebo… Sus enemigos danzaban alrededor de su prisión alzando las antorchas, jactándose de haber capturado al más valiente y montaraz de los guerreros celtíberos.
.......Cuando la luna se ocultó por fin tras las montañas, un soldado desenvainó su daga, marcando en su frente las iniciales del Imperio Romano: S.P.Q.R.
.......Parecía imposible que pudiera haber mayor tormento para Bagarok; pero lo hubo… Al final de la noche, entre risas histriónicas y gritos de terror, los sicarios de Bruto cubrieron por completo el cuerpo del guerrero con bloques de piedra. Tras despuntar el alba expiró por fin, en la prisión más horrible que jamás haya podido padecer un ser inocente, cuyo único delito era luchar por la libertad de su pueblo… Bagarok había sido inmolado en nombre del Imperio Romano.
.......Con las primeras lluvias del otoño, un árbol comenzó a brotar sobre el puente de la Calzada, justo entre las grietas donde fue sepultado el cuerpo del celtíbero.



IV


.......Pasaron muchos siglos sin que se volviese a saber nada de dicha historia, hasta que en la Edad Media comenzaron a extenderse los rumores de que los caminantes que intentaban cruzar la montaña por la Calzada en las noches claras de luna llena, desaparecían sin dejar rastro alguno… A menudo se hallaron cuerpos sin vida, todos ellos con la misma peculiaridad: alrededor de los tobillos tenían magulladuras de uñas clavadas con saña por una criatura de la noche, que al acecho desde las grietas de la Calzada se agarraba a su víctima hasta derribarla, para luego estrangularla sin piedad.
.......Hay quien pernoctando en los alrededores del puente romano, ha escuchado susurros fantasmagóricos que salían entre las ramas de aquel enorme pino incrustado sobre las losas… Los ancianos del lugar aseguran que ese árbol tiene agarradas sus raíces en los brazos de un antiguo guerrero celtíbero.
.......Dice la leyenda que durante las tormentas nocturnas se forman riadas de sangre sobre las losas de la Calzada… Pero de lo que no cabe la menor duda, es de que todo aquel incauto que cruza el puente de la Calzada en noches de luna llena, desaparece sepultado bajo la tierra… Por eso, jamás se te ocurra merodear en luna creciente por el bosque de las Dehesas, si no quieres verte inmerso en un viaje sin retorno a las profundidades de la Calzada Romana……


FIN


Oscar Nóbregas, Madrid 2008





Oscar Nóbregas








Oscar Nóbregas

La isla de los Muertos

1

Aquella mañana lluviosa me dirigí como un autómata hasta la agencia de viajes huyendo de mi propio destino. Después de encajar el desengaño más grande de toda mi vida, estaba dispuesto a lanzarme en cualquier dirección del mundo con tal de olvidarla... Calado hasta los huesos, me planté frente al mostrador. Las gotas de agua resbalaban por mis cabellos empapando la gabardina. En un arrebato de locura, hice el juramento de elegir el primer país que saliera, cogiendo un folleto al azar.
  Tras cinco años de relación, Natascha me acababa de dejar por otro hombre. A veces las cosas más crueles suceden de la forma más trivial. Un frío mensaje en el contestador finalizó nuestra relación para siempre. Decía que no podía seguir ocultándolo por más tiempo. Volaba esa misma semana en dirección a Nueva York con él. Tardé varios minutos en reaccionar. Permanecí estático sentado en la silla frente al teléfono sin dar crédito a sus palabras. Con el auricular pegado al oído, pulsaba una y otra vez la tecla para poder escuchar el mensaje. Poco a poco el crepúsculo tras la ventana invadió de tristeza la estancia. Envuelto en la oscuridad, la voz de Natascha cada vez se hacía más hueca. Dejé el teléfono descolgado y me tumbé en el sofá hundido en la desolación. No podía asimilar lo que me estaba sucediendo. No podía creer que la persona que más había querido en toda mi vida me hubiera dejado de aquella forma tan humillante.
..........Herido en lo más profundo, me preguntaba en qué podía haber fallado... Natascha era lo mejor que tenía; mi principal razón para existir... Sí, ella era mi motor; lo que me daba fuerzas para continuar adelante. ¿Cómo iba a tener fe en las personas cuando lo más verdadero de mi existencia se había convertido en una mentira? Aquella noche la realidad se desplomó sobre mí con la misma contundencia que una losa de mármol. Una simple llamada había borrado de un plumazo todas mis ilusiones... Me sentía humillado en una parte de mi ser. Cuando un amor termina, algo se arrastra en tu interior agonizando sin llegar nunca a morir del todo.
..........Aplastado en el sofá, dejé que las horas pasaran como si el tiempo se hubiera detenido en mi vida. Daba vueltas a la cabeza sin poder evitar su imagen apareciendo frente a mí. Infinidad de vivencias junto a ella se agolparon en mi mente. Recordé el día que la conocí en aquel pub cercano a la plaza de Ópera. Natascha apenas llevaba una semana en Madrid. Acababa de llegar de Moscú para un curso de filología hispánica. Su belleza nórdica y su sensualidad me cautivaron por completo. El flechazo fue mutuo y todo surgió de manera natural hasta que decidimos irnos a vivir juntos. Compartimos varios años de ensueño disfrutando del momento. Sin duda aquella resultó ser una de las etapas más felices de mi vida... Es cierto que en los últimos meses se palpaba un distanciamiento que yo atribuía a la rutina de la convivencia; pero nunca imaginé ni por asomo que el motivo pudiera ser otro... Ahora me deja helado el hecho de pensar que Natascha vivió ocultándolo todo, sonriéndome y haciendo el amor como si no ocurriera nada entre nosotros, cuando la realidad es que su corazón ya se encontraba muy lejos de mí.
.........Pasé varias noches en vela dando vueltas sobre la cama añorando su cuerpo a mi lado... No hacía más que mortificarme pensando que era una piltrafa; que Natascha me había dejado porque yo no valía nada... Cuando una persona pierde la autoestima, ¿qué le queda ya? Estuve varios días tirado en el cuarto sin poder reaccionar... Pero me di cuenta de que esa actitud terminaría por consumirme. Se me hacía insoportable la idea de quedarme a vivir en casa rodeado de todos sus recuerdos, así que decidí irme cuanto antes donde el viento me llevara. No quería pasar todas las vacaciones ahogado en la tristeza, mientras ella disfrutaba de un romántico idilio viajando por cualquier lugar del mundo con su nueva pareja.







2
Encima de la mesa de información se amontonaban infinidad de folletos de los sitios más dispares. Cerré los ojos, estiré la mano y cogí uno al azar. La imagen de la foto mostraba una bella imagen de los canales de Venecia. Al principio sentí fastidio. Cinco años atrás estuvimos allí en uno de los momentos más dulces de nuestra relación... Pero después de jurarlo, no me iba a traicionar a mí mismo. Iría otra vez a Venecia, aunque tuviera que enfrentarme al fantasma de mis recuerdos con Natascha. Me lo tomaría como un retorno al pasado para enderezar mi camino desde ese punto. Buscaría el lado oscuro de la ciudad, enterrando de manera simbólica los momentos vividos allí.
........Apreté el folleto hasta arrugarlo y me dirigí al mostrador dispuesto a comprar el billete de tren. Por la tarde preparé la mochila tan sólo con lo indispensable. Quería ir lo más ligero posible de equipaje, viajando con la mente abierta a todo lo que se cruzara en mi camino. Cogí algo de lectura para el trayecto y un bloc de notas donde apuntar cualquier cosa que se me ocurriera durante el viaje.



 


3

 Al día siguiente llegué a la Estación del Norte a primera hora de la mañana. Subí al vagón y me acomodé en un compartimiento vacío. Entre semana no solía haber demasiados viajeros, lo que hacía el trayecto más relajado y silencioso. Sin duda era lo ideal para mí, pues me sentía especialmente huraño debido a mi estado melancólico.
Estuve la mayor parte del recorrido imbuido en los paisajes y en mis escritos. De vez en cuando sacaba la libreta y apuntaba lo primero que me pasaba por la cabeza, mientras el tren avanzaba con parsimonia en dirección a Italia. Pensando de manera obsesiva en Natascha, escribía retazos de poesías desgarradas que luego rompía en mil pedazos. Multitud de sensaciones contrapuestas desbordaban mis sentimientos frente al papel. Rencor y nostalgia se entremezclaban en mi corazón, sin poder distinguir lo uno de lo otro.
Después de una breve escala en Milán, llegamos a Venecia en pocas horas. Aquella ciudad seguía teniendo algo especial. Parecía como si se hubiera detenido en siglos pasados... Al toparme de frente con el casco antiguo, los recuerdos se agolparon desbordando mis sentimientos. Tenía un montón de fotos con Natascha por los alrededores: el Puente de Rialto, la Plaza de San Marcos, las góndolas surcando el Gran Canal... En cada esquina de Venecia, la belleza del entorno provocaba que cualquier detalle me calara en lo más hondo... El simple hecho de ver a músicos callejeros tocando una pieza de Vivaldi, o contemplar a actores interpretando pantomimas disfrazados de arlequines, era algo que me emocionaba. Rodeado de toda esa magia, el recuerdo de Natascha planeaba sobre mi mente sin poder evitarlo. Sentado en una escalinata del Palacio Ducal, varias lágrimas recorrieron mi rostro. La cruda realidad era que ella estaba muy lejos de mi vida, rodeada por los brazos de otro hombre... En ese momento comprendí que recorrer las mismas calles de antaño, no haría sino estancarme en el pasado maniatando mi ánimo con la soga de la nostalgia. Me levanté de un brinco huyendo hacia la primera taberna que se cruzara en mi camino. Apoyando los codos sobre la barra sin levantar ni solo instante la cabeza, bebí de forma compulsiva hasta terminar dos botellas de Lambrusco. Al salir de la taberna me arrastré desolado por los callejones más míseros que pude encontrar. Entonces me di cuenta de que esa ciudad, como el amor, tenía su lado oscuro. Venecia no sólo era un lugar idílico de parejas recién enamoradas. También había esquinas mugrientas y malolientes, aguas estancadas, paredes mohosas, casas en ruinas, lúgubres residencias de ancianos... Venecia no sólo reflejaba romanticismo y belleza. También existían allí el dolor y la muerte como en cualquier otro lugar del mundo.
Caminando sin rumbo fijo por los rincones de los arrabales, todo me daba vueltas debido a los efectos del vino. Haciendo eses completamente borracho, mis pasos vacilantes tropezaban con los adoquines. De nada me había servido alejarme miles de kilómetros para intentar olvidarla. Sentía la angustia del desamor hundiéndome cada vez más en un pozo sin fondo... Apoyado sobre la vieja barandilla de un callejón sin salida, la imagen de Natascha besándose con aquel hombre invadió de súbito mi cabeza. Aquella escena aparecía ante mis ojos alucinados como si pudiera observarles a través de una bola de cristal. Luego la imaginé desnuda gimiendo de placer bajo su cuerpo y comenzaron a entrarme arcadas. Entonces vomité repetidas veces sobre aquel sucio canal.

  




4

 A la media hora desperté sobresaltado. Me había dormido allí tirado en el suelo como un mísero vagabundo. Todo daba vueltas a mi alrededor y tenía un regusto amargo en la boca. Avergonzado de mí mismo, salí del callejón mirando a los lados. Por fortuna aquel era un rincón solitario... Caminé desorientado durante varios minutos hasta llegar a una plaza. Allí me lavé la cara en una fuente y luego me mojé el pelo. Después entré en un bar y pedí un capuchino bien cargado para despejarme. Nada más salir, decidí pasear en dirección a la costa pensando en que me vendría bien la brisa del mar. Caminé con un talante más apacible hasta que llegué al puerto. Allí me encontré con un pescador de piel curtida que debía rondar los setenta años. Me puse junto a él observando cómo pescaba con su caña de bambú frente al muelle. Gracias a mis conocimientos de italiano, pudimos mantener una conversación fluida. Estuvimos hablando un buen rato sobre el oficio. El hombre decía que ya no se cogían tantas piezas como antaño. Cuando era joven siempre volvía a casa con la cesta repleta de pescado. Una hora después, el sol comenzaba a ocultarse por el horizonte. El mar se tornaba cada vez más plateado a medida que la luz rojiza se disipaba con los últimos rayos. Sentado allí junto al pescador, me fijé en la figura de un pequeño islote cercano a la costa. Una vieja torre desmoronada presidía el lugar, dándole un aspecto misterioso.
—¿Se puede visitar esa isla? —pregunté por curiosidad.
El hombre giró la cabeza mirándome con el ceño fruncido, como si hubiera blasfemado al preguntar por aquel sitio.
Ese lugar está maldito, muchacho —dijo en tono grave—. Allí nunca se acerca nadie; ni siquiera nosotros. No verás un solo pescador faenando alrededor de Poveglia. Le llaman la Isla de los Muertos... Sus aguas están infectadas de cadáveres que llevan siglos amontonados bajo el lodo. Nadie quiere acercarse a esas costas. Durante la Peste Negra cientos de barcas llevaban a Poveglia los moribundos para dejarlos allí abandonados. Muchos perecieron al intentar salir nadando de la isla. Dicen que algunos de esos espíritus vagan por los alrededores... Allí no vive nadie desde hace mucho tiempo. La torre que ves junto al edificio es de un manicomio que permaneció abierto algunos años. La gente que trabajaba en aquel lugar, tarde o temprano se volvía loca. El director del manicomio experimentaba con los dementes practicándoles horribles trepanaciones en el cráneo. Eso acabó haciéndole perder la cabeza también a él... Al final se suicidó tirándose desde la torre.
Era tremendo lo que me contó el pescador sobre Poveglia. Frente al lugar más idílico del mundo, el recuerdo del terror permanecía inalterable durante siglos en aquel sitio. Quizá miles de parejas se habían jurado amor eterno contemplando aquella isla rebosante de cadáveres momificados por el lodo... Me pareció una alegoría perfecta de las relaciones amorosas: en la superficie todo resulta idílico, pero debajo siempre hay un trasfondo incierto... Con aquel relato sobre Poveglia, el pescador consiguió aumentar mi intriga.
¿Hay alguna manera de llegar hasta allí? —le pregunté.
El viejo me miró como si estuviera totalmente loco.
—Se puede ir en barca; pero no querrá llevarte nadie... a no ser que pagues una buena suma de dinero.
Recogió sus bártulos de pesca y nos dirigimos hacia la lonja. Allí habló con un tipo de barba cerrada y aspecto siniestro. Una profunda cicatriz cruzaba su frente como si fuera un estigma. El viejo se marchó y me quedé con aquel hombre para cerrar el trato. A pesar del dinero que le ofrecía, me preguntó varias veces si estaba seguro de querer pasar la noche en aquel lugar. Le dije que sí aparentando estar convencido; aunque por dentro sentía verdadero temor... Pero me reconforté pensando que no tenía nada que perder. Todo lo que pudiera lograr evadirme del recuerdo de Natascha me aliviaba el ánimo.
 Durante el trayecto en barca tan sólo cruzamos algunas palabras. Mientras él remaba haciendo soplar una rústica pipa de tabaco, yo iba tomando notas en la libreta de lo que me había sucedido aquella tarde. La quietud de las aguas era algo que imponía un tremendo respeto. Sólo Dios sabía lo que se ocultaba allí debajo... A medida que nos acercábamos a Poveglia, un nudo en la garganta me impedía tragar saliva. Pero ya no había marcha atrás... Aquel extraño hombre me dejó en el embarcadero con mi mochila. Quedamos al día siguiente por la mañana para recogerme en el mismo punto. Instantes después le vi alejarse impasible, mientras el crepúsculo se cernía sobre la ciudad.







5

 Apenas tuve tiempo de recorrer la isla con suficiente luz. A los pocos minutos, ya estaba casi a oscuras. Saqué la linterna del macuto y deambulé por la entrada del edificio. El manicomio se hallaba en un estado totalmente ruinoso. Enseguida pude percibir energías muy negativas bajo aquellos muros. Armándome de valor, penetré en el interior del recinto. Un extraño eco remarcaba el sonido de mis pisadas a lo largo del pasillo. El hecho de permanecer callado en alguna estancia, me ponía los pelos de punta... Era como si se pudiera cortar el aire. Sin duda tuvo que haber mucho sufrimiento entre esas paredes... Sobre la torre del manicomio, se escuchaba el suspiro tenebroso de un búho. Aquel susurro fantasmagórico resultaba escalofriante... Salí de allí acongojado y caminé unos pasos junto al edificio, enfocando con la linterna bajo la oscuridad. El más leve sonido alrededor me ponía en alerta. Mis latidos se disparaban tras el chasquido de cualquier rama... De pronto, el terror me invadió. Tropecé de lleno con una zanja repleta de esqueletos postrados en hilera. Salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo. Me alejé lo más rápido que pude con la respiración ahogada, siguiendo a duras penas un sendero pedregoso. Avancé atemorizado durante varios minutos. Cualquier ruido inesperado entre los matorrales me hacía estremecer... Probablemente sólo eran alimañas sorprendidas de mi presencia, pero conseguían asustarme a cada paso que daba. Busqué alumbrando con la linterna un pequeño claro entre los árboles y preparé una fogata recogiendo varias ramas. Por suerte la noche estaba muy clara; tan sólo faltaba un día para que hubiese  luna llena... Encendí la hoguera y saqué algo de comer.
Tras la cena, ya mucho más tranquilo, me tumbé sobre la hierba arropándome con una manta por encima. No lograba conciliar el sueño, así que decidí quedarme boca arriba contemplando las estrellas y la luna. A medianoche pude escuchar en la letanía las campanadas de la basílica de San Marcos. A partir de entonces todo era silencio, tan sólo interrumpido por el ulular de las rapaces nocturnas. A punto de dormirme, noté sobre la hojarasca pasos lentos que se acercaban en la penumbra. Abrí los ojos y me encontré a un hombre vestido de gris con sombrero de ala ancha calado hasta las cejas. Iba embozado bajo una larga capa negra. En ningún momento se descubrió la cara. Se plantó frente a mí observándome de arriba abajo con los brazos cruzados... En ese instante mi corazón se encogió en un puño. Luego se sentó junto a las brasas y reavivó la hoguera mientras yo permanecía estático. No podía articular palabra. Estaba totalmente bloqueado esperando que sucediera algo... Poco a poco me tranquilicé al comprobar que su actitud era pacífica. Retiré la manta y me puse frente a él hipnotizado por su influjo. Aquella visión enigmática traspasaba cualquier explicación lógica. Era como si hubiese aparecido allí por medio de algún sortilegio, transportado desde tiempos lejanos hasta el presente... Junto a la luz de las llamas, aquel hombre comenzó a hablar del terror de la peste; de rostros desfigurados pidiendo clemencia; de cuerpos corrompidos por los bubones; de lamentos desgarradores surgiendo de las fosas; de cadáveres hacinados sobre inmensas piras de fuego... Su voz grave retumbaba en el suelo como si surgiera de las entrañas de la tierra... Hablaba un italiano antiguo que a veces me costaba entender. Su rostro compungido reflejaba el testimonio del holocausto presenciado siglos atrás. Mientras narraba aquellos sucesos, removía el suelo con un palo haciendo círculos en espiral sobre la arena. Al concluir su discurso, me ofreció algún extraño brebaje de un pequeño frasco. Era un licor agrio y rojizo semejante al vinagre. Tras beber un par de tragos, comenzó a invadirme un sopor muy profundo. En cierto momento que no recuerdo, me quedé dormido.
Lo que sucedió durante mi sueño es algo que me cuesta describir con palabras. Y digo lo que sucedió, porque fue tan real como si lo hubiera vivido: me veía a mí mismo tumbado junto a la hoguera...... De pronto el suelo cedió bajo mi cuerpo resquebrajándose...... Caí en una zanja profunda sintiendo todos mis huesos doloridos por el golpe...... Quise incorporarme y salir de allí, pero el fango me impedía trepar...... Arañando las paredes con desesperación, resbalaba en el intento de alcanzar la tierra firme....... Entonces sucedió el horror...... Decenas de cadáveres desfigurados rodearon la zanja...... Uno tras otro se lanzaban aplastándome contra el barro...... Sentí sobre mí la angustia de esos seres moribundos apilándose en montones hasta cubrir por completo la fosa.......
No sé cuánto tiempo duró aquella terrible pesadilla, pero me dio la sensación de que se prolongó durante toda la noche, desde el mismo instante en que perdí la consciencia por los efectos del brebaje.







6

 Al amanecer desperté sobresaltado. Aturdido y  totalmente confuso, busqué al hombre por los alrededores. A pesar de mi empeño por encontrarle, no hallé rastro alguno de aquel individuo. Por unos momentos pensé si lo habría soñado también, pero vi los círculos dibujados en el suelo junto a los rescoldos de la fogata... Recogí mis cosas y caminé en dirección al muelle de la isla, esperando con impaciencia la vuelta del marinero. De regreso a Venecia le conté ansioso todo lo ocurrido. Me dijo que según la leyenda, un individuo de otro tiempo habita aquel lugar... Su nombre era Renato Salieri, un alguacil que permaneció al cargo de los traslados de moribundos a Poveglia durante la Peste Negra. Vivió el horror de cientos de seres humanos llevados hasta allí, como se lleva el ganado al matadero para ser sacrificado. Murió atormentado por la culpa de ser uno de los responsables de aquella espantosa masacre. Él mismo acabó siendo víctima de la peste al final de la epidemia. Nadie se atrevió a volver hasta Poveglia para enterrar su cuerpo. Dicen que el alguacil vaga eternamente por la isla...

  


7

Aquella misma tarde me instalé en una pensión de las afueras de la ciudad. Gracias al carnet que me acreditaba como investigador de documentos, pude acceder a los archivos de la biblioteca municipal. Durante esos días repasé a fondo la tragedia que se cebó de Venecia durante la Edad Media. En el siglo XV, la Peste Negra recorrió la ciudad arrasando todo a su paso. Aquella zona de humedades y aguas estancadas propició que la enfermedad se expandiera de manera implacable. La situación para las autoridades se hizo insostenible, ante la imposibilidad material de poder enterrar tantos cuerpos putrefactos. Los cadáveres comenzaban a apilarse en las calles a la espera de ser quemados; pero aquello suponía un alto riesgo de contagio para la gente sana. Entonces decidieron trasladar los muertos en barcas hasta Poveglia. A esas alturas de la terrible epidemia, una psicosis calenturienta invadió la población. Todo el que mostrase cualquier síntoma de enfermedad, aunque fuera un simple catarro, era denunciado a la guardia veneciana, que al poco tiempo se presentaba en su casa para llevarlo hasta la isla, condenándolo a una muerte segura. Fue tal la cantidad de moribundos acumulados en Poveglia, que al final eran arrojados a las fosas para quemarlos sin importarles que aún permanecieran con vida... Renato Salieri fue unos de los alguaciles encargados de esa macabra operación.
Una semana después, regresé a España absorbido por aquel horrible pasaje de la historia. Al abrir la puerta de casa y ver su foto en la entrada, fui consciente de que me había olvidado por completo de Natascha... Entonces supe que ya no formaba parte de mi vida. Saqué la foto del marco y la prendí fuego sobre el cenicero en una especie de ritual purificador para liberarme del pasado. Esa misma noche, tras deshacer el equipaje, repasé todas las notas que había ido plasmando durante mi periplo aventurero. Al llegar al final, me quedé petrificado. En la última hoja de la libreta, escrito con tinta de pluma y una letra abigarrada, podía leerse en italiano antiguo: “Buon viaggio, amico”. Firmaba Renato Salieri.


FIN

  

Oscar Nóbregas, Madrid 2013












Oscar Nóbregas



Oscar Nóbregas nació en Madrid.
Desde los años noventa se dedica plenamente al mundo de la literatura. Colabora en diversas revistas literarias, así como en programas radiofónicos dedicados a las letras, tareas que compagina con su afición por la fotografía artística.

Con su novela "Retazos de un Bastardo" -2006- ha conseguido un éxito sin precedentes en los círculos literarios vanguardistas, que le han aupado a una situación de privilegio en el mundo de las letras, por lo arriesgado e innovador de su proyecto. Retazos de un Bastardo es para muchos la obra literaria más original de los últimos años.

Oscar Nóbregas también ha escrito otras dos novelas:
"Efluvios Metafísicos" -2009- (un estudio sobre sexo, droga y rock and roll) y "El Beso de la Esfinge" -2012- (novela erótica ambientada en los años 90).
Tiene en proyecto un cuarto libro: "El Susurro del Cárabo", novela histórica basada en una leyenda rusa del siglo XIX.
En la actualidad se halla inmerso en un ciclo de relatos titulado "Bajo la Sombra del Yinkgo Biloba".




http://oscarnobregasbajolacalavera.blogspot.com/

Libros de Oscar Nóbregas
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Artículos y otras hierbas - Oscar Nóbregas



Fotos de Oscar Nóbregas:
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Programa Radio Oscar Nóbregas:
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Entrevista con Oscar Nóbregas

 

Venturas y desventuras de un escritor madrileño...

Oscar Nóbregas es un ratón de biblioteca del siglo XXI. Aislado en su escritorio o buscando en los archivos de la Biblioteca Nacional, elucubra nuevas ideas y personajes para sus próximo libros.
Nos hemos tomado la licencia de apartarle de su trabajo durante un rato para que nos permita conocerle un poco mejor, a él y a su trabajo.
Oscar, ¿se puede vivir de escribir hoy en día?

Salvo algunos privilegiados, es muy difícil vivir de la literatura; aunque pienso que es mejor que sea así. La creación no debe estar sujeta a una nómina, porque escribir bajo presión a lo único que conduce es a coartar la espontaneidad. Un escritor no puede escribir una novela pensando que con el dinero que obtenga va a pagar las facturas.

Te voy a mencionar 3 conceptos; me gustaría que nos contaras en qué medida te afectan, para bien o para mal, en el desarrollo de tu profesión:
Editores

Los editores son un mal necesario para los escritores; un arma de doble filo que se puede volver contra ti. Lo más duro para un escritor es descubrir que los problemas no terminan cuando publica una novela, sino que pueden empezar justo en ese momento... Si tienes buena relación con tu editor, éste puede darte alas y hacer que tu obra crezca; pero si tienes la mala suerte de topar con un editor que no te apoya lo suficiente, puede convertirse en tu principal enemigo; la tumba de tu propia novela. Con un editor abúlico todos tus esfuerzos caen en saco roto. De nada sirve remar con todas tus fuerzas, si el que lleva el timón te deja encallado en la orilla.
Para muchos editores prevalece el número de ventas por encima de la originalidad o la calidad literaria, y ese punto de vista muchas veces aborta grandes proyectos más cercanos a lo vanguardista que a  lo meramente estándar. A fin de cuentas, una editorial no es otra cosa que una empresa… Pero también hay editores arriesgados que aman la literatura por encima de las cifras, aunque por desgracia suelen ser muchos menos.
Lo triste para cualquier escritor es echar un vistazo tras los escaparates de las librerías y ver auténticas bazofias presentadas con jactancia como best sellers, cuando lo cierto es que el número de ventas rara vez va en concordancia con la calidad literaria. 

Internet

Siempre miro con recelo los avances tecnológicos, pues pienso que muchas veces nos proporcionan "comodidades" que a la larga te acaban creando una dependencia innecesaria, que al final lo único que consigue es esclavizarnos. Pero como todo en la vida, depende del uso que le des a las cosas. En el caso de Internet, no se puede negar que es un instrumento que bien utilizado ofrece infinitas posibilidades al permitir comunicarte con el resto del mundo. Para mí es muy gratificante saber que gracias a los foros literarios de Internet, mi novela ha llegado a manos de lectores en toda Hispanoamérica e incluso al sur de los Estados Unidos. 

Uno de los peligros de Internet es el hecho de caer en la incomunicación de la comunicación y en la desinformación a base de sobreinformación. Por otro lado, me inquieta el hecho de que Internet ya no sea algo opcional que consultar de vez en cuando sentados frente a una pantalla; ahora llevamos Internet a cuestas en el bolsillo durante todo el día…  Pienso que la irrupción de los ordenadores y los teléfonos móviles en nuestra vida privada nos ha desbordado por completo, y no creo ni  por asomo que ahora seamos más felices ni que nos comuniquemos mejor que antes.

Todo este fenómeno social es un montaje lucrativo de las empresas tecnológicas, las cuales nos han puesto el “caramelito” de las grandes ventajas de estar comunicados las 24 horas del día como algo esencial en nuestras vidas… Han diseñado lo que quieren que necesitemos para que no podamos prescindir de ello en el futuro. Nos están  alienando y no hemos hecho nada por impedirlo. Nuestra sociedad, que es básicamente superflua y materialista, convierte los lujos en necesidades. Ahora si no tienes Guasap, eres poco menos que un proscrito y la gente te margina por no “estar al día”. Ya no importa la amistad en sí misma. Importa que estés conectado a la red constantemente por medio del teléfono móvil, aunque sólo sea para decir estupideces…
Lo que muchos no sospechan o no quieren ver, es que detrás de ese invento tecnológico vendrá otro que le sustituya. Ya están preparando desde un despacho de marketing publicitario lo que “vamos a necesitar” en el futuro… Así nos mantienen de por vida idiotizados con la zanahoria delante de nuestras narices, lucrándose a base de nuestra imperiosa necesidad de comunicarnos como especie social y gregaria que somos por naturaleza.

Por mi parte, no soy una persona que necesite estar constantemente comunicado, como el que tiene que estar asistido a un tubo conectado con una botella de suero para sobrevivir. Prefiero disfrutar de lo que tengo delante y charlar sin que nada me interrumpa, cosa que ya es muy difícil, pues todos los que están enganchados al móvil viven para él, siempre más pendientes de lo que está lejos que de lo que tienen enfrente.
A veces pienso que la gente debe de estar muy vacía por dentro cuando siente la necesidad obsesiva de comunicarse a cada instante por medio del Smartphone. Este artilugio se ha convertido en una prótesis inseparable de las personas. Es patético observar a todo el mundo imbuido en sus teléfonos como si buscaran ansiosamente la felicidad allí dentro.
Los parámetros que ha diseñado el móvil a principios de este siglo me parece un síntoma enfermizo de la sociedad actual. El móvil ha idiotizado a la gente, convirtiéndola en marionetas de un artilugio superfluo. Realmente me parece una esclavitud disfrazada de comodidad.

 Lo cierto es que la gente se sigue sintiendo igual de sola que antes. No ha mejorado la comunicación real, tan sólo la virtual. A pesar de Facebook, los amigos de verdad se siguen contando con los dedos de una mano.
Con los ordenadores hay que saber dónde termina la realidad y dónde comienza lo virtual. No podemos canalizar todas nuestras emociones a través de una pantalla. El riesgo de Internet es que si no lo usamos con inteligencia puede acabar cuadriculando nuestra mente.

Internet al margen de las incuestionables ventajas como medio de comunicación, se ha convertido en una corrala cibernética donde lo importante por encima de todo es aparentar. La gente disfruta más enviando una foto de algún lugar exótico para que la vean los amigos en vez de vivir ese momento para sí mismos. Esa actitud me parece cuanto menos preocupante.
Internet es un espacio donde se puede maquillar fácilmente la realidad, creando un escenario virtual en el cual lo importante es lo que se ve por la pantalla, no lo que realmente es.


Creo que al final pagaremos un precio muy alto por este mundo tecnológico que ha arrollado nuestras vidas.
Sería ingenuo pensar que Internet en sí mismo es una alternativa personal a elegir; más bien se trata de una imposición social fomentada desde arriba para tenernos controlados.

Crisis

La crisis económica es algo que sin duda ha repercutido en todos los ámbitos, tanto a nivel nacional como internacional. En la literatura no iba a ser menos y las ventas han descendido desde hace un par de años. Pero al margen de la literatura, lo que me preocupa de todo este "pesimismo general" que estamos viviendo no es la crisis en sí misma, sino saber quién está interesado en tenernos pendientes de que suba o baje la Bolsa para desviar nuestra atención de los problemas reales de nuestra sociedad, y de esa manera tenernos hipnotizados. Nos marean con cifras y términos económicos que a la postre lo único que consiguen es desorientarnos y que perdamos toda referencia con la realidad. Los medios de comunicación se convierten en trileros que nos bombardean con noticias contradictorias las cuales terminan por anular cualquier criterio razonable.

 Antiguamente al pueblo llano se le tenía atemorizado con la religión y sus mensajes apocalípticos. En el siglo XXI los gobernantes nos meten miedo con la crisis, que al fin y al cabo no son más que números y estadísticas que basculan. Lo cierto es que nos subyugan creando un ambiente general de situación límite, cuando la realidad es que nunca hemos tenido más comodidades que ahora. Crisis fue la que vivieron nuestros abuelos en la posguerra comiendo mondas de patatas y pasando verdaderas necesidades. Ahora dicen que estamos en plena crisis, pero no conozco a nadie que haya renunciado a su teléfono móvil, ni a instalar su tdt para poder ver un montón de canales en la televisión.

Para mí la verdadera crisis es la medioambiental. Cuando empiecen a deshelarse los casquetes polares de manera irreversible, como de hecho ya está sucediendo, todas esas cifras económicas dejarán de tener sentido… Por desgracia el ser humano es así: capaz de lo mejor y de lo peor.

Oscar ha dirigido como locutor y guionista un programa de radio: El Bosque Encantado. Háblanos de tu experiencia en las ondas; ¿qué es lo que más te aporta para tu profesión de escritor?

Quizás el hecho de dar más relieve a tus escritos mediante una lectura oral de los textos, descubriendo que una misma frase puede ser leída con matices distintos.
La Radio te proporciona el tono y la intensidad de la que carece la lectura mental, pues a veces las palabras se quedan algo mudas si no las expresamos mediante los labios.
La Radio también te aporta ese punto de improvisación que a menudo libera a los textos de las páginas y los hace volar más libres.

Sabemos que te gusta la fotografía artística, ¿no has pensado utilizar en las portadas de tus libros alguna de tus fotografías?

Sí, de hecho las portadas de tercer y del cuarto libro llevarán fotos hechas por mí. No ha surgido antes porque no veía una imagen que pudiera encajar con el ambiente de la novela.

Háblanos de tu "Crónica Sobre la Historia del Rock"... ¿Cuál es tu grupo de rock favorito?

De esa crónica surgió la idea de mi segunda novela Efluvios Metafísicos, que de alguna manera es un homenaje a la música contemporánea en sus distintos estilos: Blues, Jazz, Rock, Pop, Folk, New Age, etc.
Desde siempre he estado rodeado de músicos, cantantes o de gente melómana apasionada con grandes colecciones de discos, por lo cual no me ha sido difícil imbuirme de lleno en dicho terreno.
En cuanto al Rock, lo he disfrutado de manera apasionada desde la adolescencia, y, aunque no tuve la suerte de experimentarlo en su época dorada por cuestiones de edad, sí que he vivido la inercia de ese movimiento unos años más tarde.

La lista de grupos de Rock que me han influido sería interminable... Básicamente corresponden a bandas formadas en las décadas de los 60 y los 70, que sin duda son los años más creativos la historia del Rock. Creo que los grupos que más me han marcado son Pink Floyd y Led Zeppelin. Cada cual en su estilo, me parecen las dos bandas más carismáticas que ha habido nunca. Pero no puedo dejar de nombrar a los Beatles, que supusieron una auténtica revolución. Incluso hoy en día, casi 50 años después, sus canciones no han perdido ni un ápice de frescura y vitalidad. El fenómeno beatle fue algo único e irrepetible que marcó a muchas generaciones.
Por desgracia, ya casi no surgen grupos y artistas con la personalidad de
Santana, Jethro Tull, The Kinks, Rolling Stones, The Who, The Doors, Grateful Dead, Don Mc Lean, Crosby, Stills, Nash& Young, Bob Dylan, Carole King, Donovan, Cat Stevens, Ten Years After, Cream, Allman Brothers, Creedence Clearwater Revival, Deep Purple, Black Sabbath, Jimi Hendrix, Frank Zappa, Fleetwood Mac, Lou Reed, David Bowie, T. Rex, Bob Marley, Queen, Genesis, King Crimson, Yes, Camel, Supertramp, Mike Oldfield, The Police, Dire Straits, U2...


Duendes es uno de esos escritos fantásticos que nos adentran en las peculiaridades de estos pequeños seres, concretamente, los que habitan en nuestra Sierra del Guadarrama. Quisiera saber ¿con qué duende te identificas más: campestre, montaraz o albino?

Supongo que tengo algo de cada uno. Quizá me identifico un poco más con los albinos, por aquello de que son una "rara avis" como yo...

Tras la “carrera de fondo” que supone escribir una novela, vemos que últimamente te has decantado por la “media distancia”. A la hora de crear narraciones más cortas, ¿utilizas otro método distinto al de la novela para desarrollar la trama o el enfoque es similar? Coméntanos algo sobre tus relatos.

A pesar del reto intelectual y el esfuerzo que supone enfrentarte a una composición extensa, al principio de mi carrera como escritor me dediqué de lleno a escribir novelas, quizás porque me parecía más atractivo el hecho de tener atrapado al lector durante varios días con el ambiente y los personajes creados, cosa que en el ámbito del relato resulta imposible por cuestiones de extensión. Un relato viene a ser un aperitivo comparado con el guiso caliente que es una novela de doscientas páginas. Sin embargo, después concluir mi tercera novela sentí la necesidad de experimentar con otro ritmo literario. Sin duda el relato me ofrecía un terreno idóneo para plasmar las situaciones de una forma más directa. En los relatos las descripciones se prestan a mostrarse de manera concisa, mientras que en la novela tienes que ir tejiendo poco a poco el perfil de los protagonistas. Son creaciones distintas en cuanto a extensión, pero el ámbito en el que se mueven es básicamente el mismo; de hecho muchas novelas surgen de historias cortas.
En todos mis relatos siento el impulso vital de traspasar las barreras de lo políticamente correcto. No me interesa la escritura placentera sin más. Siempre intento mostrar las cosas sin pelos en la lengua pegando donde más duele. Esto a menudo puede crearte problemas, pero en mis escritos me interesa más la polémica que la complacencia. Me gusta meter el dedo en la llaga yendo a contracorriente. Creo que en general todos mis relatos tienen una vuelta de tuerca y son críticos con esta sociedad hipócrita en la que vivimos.

Bueno, creo que va llegando el momento de centrarnos un poco en tu novela Retazos de un Bastardo... ¿Cuánto tiempo te llevó escribirla? y ¿en qué te inspiraste?

Resulta difícil contabilizar en tiempo real, desde el momento en que surge el chispazo de una historia hasta el último capítulo. Las ideas son como peces que divagan por tu cabeza y que vas plasmando en tus escritos, unas antes o después sin saber por qué, pero no necesariamente de forma lineal. Por otro lado, desde que surge algo sólido hasta que germina, puede que transcurran varios meses, pues ni tú mismo sabes si esa idea va a fructificar. Luego viene la etapa de ordenar el rompecabezas para que todo ocupe su lugar exacto evitando que haya fisuras, y ése es otro proceso imposible de medir con un calendario, pues a veces recurres a apuntes que llevaban guardados en un cajón mucho tiempo.

Lo que sí te puedo asegurar, es que desde que terminé la novela hasta que se publicó pasaron varios años de llamar a puertas de editoriales y de enviarla a concursos. Por cierto, hoy en día estoy totalmente en contra de los concursos. Creo que no se debe escribir para competir con nadie.
Respecto a la inspiración de la novela, todo surge por una amalgama de sensaciones que van bullendo dentro de ti, condimentadas por mil influencias: una experiencia vivida, un pasaje de otra novela, la escena de una película, la letra de una canción, un suceso real que ves en las noticias, el artículo de un periódico, un pasaje de la historia... Todo ello forma un cóctel que agitas a la par con tu imaginación hasta que surge algo coherente y con una estructura definida.

En tu novela Retazos de un Bastardo, defines la felicidad como "un dulce estado de ánimo pasajero". ¿Crees que sin desdicha no hay dicha?

Desde luego, todo tiene su lado opuesto. Para que haya luz y saber lo que significa, es necesario conocer la oscuridad. El caso es que las personas más baqueteadas suelen valorar mejor las cosas buenas de la vida. No se puede mantener de forma perenne un estado de dicha absoluta o de éxtasis… La vida es un camino de contrastes. Como dice Luis Eduardo  Aute, vivir es un ejercicio de gozo y dolor.

Reconozco que en esta pregunta tengo un interés personal, ya que hablamos de uno de mis cuadros favoritos... ¿Como se te ocurrió usar la imagen de “Saturno devorando a su hijo” en la portada de tu libro, sobre todo teniendo en cuenta que el protagonista es un pintor surrealista?

En un momento dado de la novela en el cual el pintor se haya atravesando un estado anímico tortuoso, decide plasmar en la pared de su buhardilla este cuadro de las Pinturas Negras de Goya. Saturno devorando a su hijo representa para él una alegoría freudiana de la humanidad devorando al hombre como individuo. Eso es lo que quiere expresar el pintor en su encierro tras sufrir una crisis existencial.
Lo que sí he comprobado con el paso del tiempo, es que la portada se ha convertido en una prueba de fuego para el lector de mi novela. Generalmente si te atrae la imagen, es que te va a gustar el contenido, y viceversa.

Recomienda tu novela a nuestros lectores...

Uf, recomendar mi propia novela es algo que me da bastante pudor... Puedo hablarte por boca de lectores que me han felicitado, diciendo cosas tan bonitas como que mi novela deja huella en el alma o que rebosa de sensibilidad e imaginación; que es una novela muy profunda y que te hace pensar sobre ti mismo; que en vez de páginas, las hojas parecen espejos que reflejan tus propios sentimientos.

En fin, qué más puedo deciros sobre Retazos de un Bastardo... Comentan por ahí que mi novela tiene afinidades con Kafka, Pessoa o Hermann Hesse. Al que le guste alguno de estos autores es probable que conecte con mi estilo; pero creo yo tengo mi propio sello, más cercano al tiempo que nos ha tocado vivir.

Una última pregunta... ¿Para cuándo tu próximo libro?

Me hallo inmerso en la redacción de once relatos que irán recopilados en un libro titulado Bajo la sombra del yinkgo biloba.

Estoy muy ilusionado con este proyecto y humildemente pienso que cada relato es un mundo en el que te sumerges de los pies a la cabeza. He puesto toda mi alma y mi corazón en ellos, así que espero no defraudar al lector…

Por nuestra parte, pediremos a los duendes y las hadas de la Sierra de Guadarrama que el deseo de Oscar se cumpla en breve y nosotros podamos verlo y contároslo desde aquí.



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 Oscar Nóbregas tomando apuntes a mano




Oscar Nóbregas (izda). Tertulia en un bar de Lavapiés









Oscar Nóbregas. Plaza de Santa Ana -  Estatua de Lorca




















FOTOS ARTÍSTICAS DE
OSCAR NÓBREGAS







Primer premio concurso Magnum año 2000


La ira de Dios





Finalista concurso de fotografía Guadarrama 2004


























Títulos de las fotos por orden de aparición:

1. Prado en diciembre
2. Árbol desnudo
3. Río Guadarrama helado
4. Puente nevado
5. La torre en invierno





Paisajes que sugieren























































 
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Títulos de las fotos por orden de aparición:


1. Arco iris en Guadarrama
2. Vistas desde la abadía, Mont Saint-Michel
3. Sombras sobre la nieve al atardecer, Guadarrama
4. Ruinas de Recópolis al atardecer
5. Río Piedra abstracto
6. Reflejos sobre el agua, Río Piedra
7. Reflejos plateados, Salinas de Torrevieja
8. Reflejos impresionistas sobre el agua, Río Piedra
9. Reflejos en el río Dulce
10. Reflejos del sol, salinas de Torrevieja
11. Ramas sobre fondo rosado, Cala Macarela
12. Pueblo fantasma, ruinas de Belchite
13. Por encima de las nubes, sobre el Mediterráneo
14. Nenúfares sobre nubes en el río Lobos
15. Dibujos de luz sobre el agua, Menorca
16. Luna llena en el cementerio de Atienza
17. Isla Vedra bajo la bruma
18. Lago del amor, Brujas
19. Hojas de haya a contraluz
20. Gaviota volando sobre el mar, Cala Macarela
21. Cuadro abstracto de sal, salinas de Torrevieja
22. Castillo de Atienza en la noche estrellada
23. Cabo de Formentor al atardecer
24. Lluvia sobre el canal, Brujas
25. Arena tostada, Playa de Caballería
26. Arcos sobre la arena, Playa de las Catedrales
27. Arbusto sobre la nieve, Guadarrama
28. Arbusto sobre fondo marino
29. Árbol siniestro, Hayedo de Montejo
30. Árbol seco, Burgos
31. Abadía del Mont Saint-Michel


*COPYRIGHT FOTOS*
Oscar Nóbregas





 




COPYRIGHT  OSCAR NÓBREGAS







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EMAIL CONTACTO: oscarnobregas#yahoo.es